¿Por qué se oyen los gallos...?
-Eugenio Montejo
Un domingo aduriente después de misa
don Pedro me llama a preparar el gallo.
Bajo el almendro del batey colgaba
el saco
de cuya oscuridad emergió un pinto
como llama tornasol.
“Sosténlo bien” decía el patriarca
y con ademán quirúrgico mutiló su cresta.
No hubo grito que pudiera confundirse
con el canto,
aunque el temblor del plumaje señalaba
las tenues resacas del dolor infligido.
Me pregunto por qué
los gallos solo cantan a cierta hora,
o por qué este no emitió queja.
Leo artículos dispersos y advierto
que el motivo del canto no está sujeto
a la luz o la sombra a que se exponen.
Cuando un gallo canta,
el estruendo es autónomo.
La hora es suya,
suyo el reloj infranqueable de nervios
cuando detona debajo del pellejo
*
Dicen que los gallos de pelea cantan a deshora.
Puede que en esto me compare a los gallos.
Mi canto sigue una lógica difusa;
canto a deshora
la poesía siempre me desmiente.