
La construcción del asilo es la más temprana dentro del recinto de la Milagrosa:
"El actual edificio que sirvió como convento y asilo esconde en sus entrañas el edificio original construido entre los años 1895 y 1896, gracias al donativo que hiciera Don Marqués de Vallejo. El marqués, a petición del padre Santiago Colón, donó la herencia recibida tras el fallecimiento de su tía doña María Inocencia Socorro Capetillo. De esta forma se construyó el Asilo La protectora (más adelante conocido como Asilo de Huérfanas). Aliviando el "peso y dolor" que sopnía para el padre Colón ver tanto menor abandonado (Pabón Charneco, 2010)".
En el siglo XIX las instituciones religiosas y educativas se entrelazaban en sus respectivas funciones para el desarrollo de la sociedad. No por casualidad la estructura del asilo comenzó como tal y luego se convirtió en colegio bajo la tutela cercana de la institución de la iglesia. Durante todo ese siglo, el magisterio en Puerto Rico consistía de personas con o sin título o credenciales. Desde 1770, existía el derecho de recibir una educación sin importar color de piel (gobernador Miguel de Muesas) . Sin embargo, no se suponía que personas de tez oscura ejercieran como maestros y maestras porque les era prohibido ocupar puestos públicos. La educación religiosa se da, sin embargo, con gran cantidad de maestras de tez oscura burlando la exigencia gubernamental de "pureza de sangre", es decir, de tener tez blanca, para ocupar el puesto de maestro. Algunas maestras no necesariamente sabían escribir, pero con leer bastaba para ejercer en ciertos espacios (Hernández Aponte, 2024).
En el siglo XIX, los varones no podían entrar a las escuelas de niñas. Solo podían ser invocados para impartir una materia. No es hasta después de mediados del siglo que se hace decreto la enseñanza primaria gratuita y obligatoria. Anterior a ello, las féminas podían recibir una educación en el monasterio religioso. A principios de siglo, la enseñanza en el monasterio requería que fueras blanca, hija de matrimonio legítimo y tener entre 7 y 25 años.
Tradicionalmente, las enseñanzas en las escuelas de niñas preparaban para la vida doméstica y el matrimonio: la práctica de bordar y la costura eran importantes, junto con el aprendizaje de la doctrina cristiana. Luego se añadieron materias como lectura y escritura. Desde 1851, se exigió gramática y aritmética para obtener título de maestra. Aún así, a veces, era suficiente conocer la lectura, doctrina cristiana, costura y bordados.
La Sociedad Protectora de Niñas es descrita como parte de una iniciativa de socorrer niñas abandonadas y huérfanas. Esta iniciativa es cónsona con el decreto de instrucción pública de 1866. Al momento de fundación de la escuela La Milagrosa, existía una directriz gubernamental que garantizara igualdad para féminas y varones en términos de acceso al contenido de enseñanza, pero en la práctica se vieron "modificaciones" regidas por género. A los varones también ya se les era permitido impartir clases en las escuelas de niñas. Sobre la historia específica de los terrenos de la Milagrosa:
"Allá para el 1890, la señora Socorro Capetillo y González y su hijo, el señor Manuel Fernández Capetillo, fallecen en España sin testar y sin dejar descendientes directos dejando así varios terrenos, residencias y dineros en Puerto Rico. Su pariente más cercano fue e señor Diego Fernández Vallejo, Marqués de Vallejo, el cual heredó todos estos bienes. El señor Diego Fernández cede a la Sociedad Protectora de los Niños, todas las propiedades sitas en Puerto Rico".
"La Sociedad Protectora de los Niños tenía como fin proteger el proteger a los niños pobres contra el abandono, la miseria, los malos tratos y los ejemplos de inmoralidad procurando la educación y el desarrollo físico, moral e intelectual. Así las cosas, el Marqués de Vallejo donó los terrenos al Obispo de Puerto rico para los fines benéficos antes mencionados. En la Escritura otorgada el 11 de noviembre de 1891 en Madrid, España, seexpresó que la Sociedad Protectora de los Niños se establecerá en primer lugar en la posesión denominada como "Río-Piedras", debido a que fue la residencia de la señora Capetillo (Ley 126 en Lexjuris, 2009)".
La Milagrosa forma parte de una larga tradición de instituciones religiosas y educativas de herencia española en Puerto Rico, pero con tradición de maestras negras (Hernández Aponte, 2009). La importancia histórica del edificio queda plasmada en la ley 126 "Para declarar monumento histórico de Puerto Rico las instalaciones donde está ubicado el Colegio la Milagrosa en Río Piedras".
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